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CARTA A LOS JÓVENES


Jóvenes

Ayer yo tenía vuestra edad, pero hoy me acerco a la mitad de mi vida - contando que cumpla cien-. No lo hice todo lo bien que deseaba, pero en ninguna de las cosas que hice olvidé el corazón. Hoy os hablo desde el nodo que propicia sus latidos. Cada día de vuestra existencia es el más importante. No lo dejéis pasar como otro más. Vividlo sonriendo y cantando. Bailad en el salón, en la cocina, en el baño, en los pasillos del Instituto. Nadie os puede llamar la atención por ser felices. Haced reír a vuestros padres contándoles la cosa más simple que encontréis a mano. Por tonta que sea la anécdota, ellos la agradecerán. Comunicaos mucho con ellos. Contadles vuestros grandes y vuestros pequeños problemas. Hacedles que se dejen sus cosas importantes para escucharos. Vosotros sois la esperanza de la humanidad. Los mayores necesitamos vuestros abrazos. Vuestros maestros necesitan que los paréis en un pasillo para pedirles disculpas por ese comportamiento impropio. Dadles ánimo para que su trabajo se convierta en una ilusión. Habladles de vuestras necesidades e inquietudes. Ellos son personas que están ahí para escucharos, no les tengáis miedo; hacedles felices, que sientan amor por lo que hacen. Proponedles que se dejen alguna clase al año para hablaros de su familia, de sus sueños, del amor de su vida. Un día os harán falta, os lo aseguro. Visitad a vuestros abuelos, dadles la mano y apretadla fuerte, que sientan vuestra energía. Contadles un chiste, preparadles un truco de magia - en Google encontraréis miles-. Son las cosas pequeñitas las que dan sentido a este mundo entristecido. Es hora de poner en marcha vuestra pequeña revolución para cambiar este planeta. La venganza no es un tiro, no es un golpe, no es un grito, es un abrazo. Cuidad de los animales. Ellos son vulnerables. Sus ojos tienen mucho que contaros. Cuando estéis ociosos, quedad con vuestros mejores amigos para limpiar el campo y la playa de plásticos nocivos. Si os enamoráis, recordadle a vuestra pareja cada día lo hermoso que ha sido encontrarla. Respeto, perdón, humildad, amor, esas palabras son el único atajo hacia la felicidad, así llegaréis antes. Recordadle también a vuestros amigos y amigas que son lo mejor que os ha pasado. Saludad a quien pase por vuestro lado, con vuestra mirada límpia, con la voz alta, para que se os escuche, con la sonrisa grande. Cuando vengáis a daros cuenta, estaréis cerca de la mitad de la vida, eso, contando con que lleguéis a los cien, y os aseguro que lamentaréis mucho no haberos percatado de que cada día, era el más importante para comenzar esa revolución tan urgente ya para el mundo. La revolución de lo más pequeño, la que empieza en el nodo del corazón que propicia sus latidos. La revolución del amor y de la paz. Es muy sencilla, un abrazo, una sonrisa, un chiste, un truco, y un baile espontáneo en el pasillo del Instituto para que vuestro profesor de matemáticas, empiece a enamorarse de su profesión.

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